Clase Media en la Encrucijada

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Por Susana Pozo P.
Mg. en Información Económica
Periodista

Heterogénea, de esfuerzo y consumista, algunos de los adjetivos atribuidos a la diversificada clase media chilena que hoy se debate en la mayor encrucijada que le ha tocado vivir.
De gran estratificación, la clase media va desde aquellos que con el crecimiento emergieron desde la pobreza, por su propio esfuerzo, hasta quienes se codean en el otro extremo, con la clase “alta”
Los más ricos de Chile son el 3% de la población y en Santiago apenas un 1%, para dimensionar la enorme concentración de riqueza que ningún Gobierno ha logrado licuar.
Pero el segmento más amplio de chilenos es la llamada clase media que el Instituto Libertad y Desarrollo (LyD) analizó en uno de los estudios más recientes (2019) y que cuantificó en un 64% del total poblacional. Una proporción atractiva para los apetitos electorales de este politizado país.
Por eso no se entiende que una y otra vez quede desplazado en la solución de sus vicisitudes económicas. Hoy particularmente, cuando muchas familias tienen el agua hasta el cuello. De manera especial aquella que el LyD distingue como clase media baja, cuyos ingresos no superan los $ 623.000.
El LyD lo describe como un grupo que siente “angustia, temor, incertidumbre y desprotección”. Todas esas emociones las exacerbó la pandemia, que vació sus bolsillos y hoy no pueden responder a múltiples obligaciones.
Este centro de estudios distingue 3 subgrupos entre clase media baja, media y alta, siendo mayoritaria la clase media baja, más del 63% de la representación total.
Con bastante injusticia se la ha calificado de consumista, sin considerar que la tecnología, pero también problemáticas no resueltas por el país como la baja calidad de la educación, los altos aranceles de la atención en salud, a la par de viviendas de elevado costo ya sea en arriendo o compra, obliga a la clase media a vivir del dinero virtual y permanentemente endeudados.
¿Cómo resuelve su gasto mensual una familia de clase media con hijos escolares, crédito hipotecario, servicio de telecomunicaciones, seguro de salud y otras múltiples necesidades básicas versus salarios mezquinos y hoy derechamente con empleo congelado o cesante? Hasta ayer hacía “bicicleta” con una multiplicidad de tarjetas de crédito.
Hoy esta crisis demanda soluciones de emergencia, pero en el largo plazo esta catástrofe sanitaria debiera dejar como lección entregar salarios dignos, acordes al sostenimiento sustentable de las familias.
Permitirles así retornar a una capacidad de ahorro que antaño registraba este nivel socio-económico para encarar crisis.
Había campañas para crear cultura del ahorro. Con los años dorados del crecimiento, olvidamos el gasto racional y entramos a la espiral del consumismo.
La clase media baja es víctima de sueldos bajos y la clase media alta, presa tal vez del consumismo, si es que está hoy en aprietos. Salarios dignos para una clase social que es muy meritoria y un pilar del país.
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