Pleno empleo y salario mínimo

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En la que debería ser supuestamente la mejor época laboral del año, la temporada de verano, se registra un alto nivel de desempleo en nuestra región. Superior al 9%. Pero quizás el dato que sigue perturbando es que la cifra de informalidad se empina sobre el 30% de la fuerza laboral.
Esta noticia se conoce en el contexto del día del trabajo, oportunidad en que también aparecen los anuncios y ofertas propios de un año electoral. Cifras que se empinan hasta un millón de pesos para el sueldo mínimo, cantidad a la cual nadie en tiempo de campaña se podría oponer. Incluso algunos sienten la tentación de aumentar la apuesta. ¿Por qué no 1,2 millones o 1,5 millones? Total es una cifra y es cosa de ponerse de acuerdo en el congreso para que suceda la magia.
El tema es que las primeras cifras que señalamos, las del primer párrafo de este texto son la realidad. Y pareciera que nuevamente, como si fuese un eterno “deja vú”, volvemos a dejar fuera del discurso la fuente de todo, la generación de la riqueza y la productividad. Nos olvidamos que ese sueldo mínimo “alguien” tiene que pagarlo. Y en el caso del Estado resulta un antecedente innece-sario de analizar, puesto que la deuda puede crecer sin límite y jamás habrá un recorte sensato de los altos sueldos ni las excesivas contrataciones, porque es un mal endémico y propio de la burocracia política.
Nos olvidamos de que la mejor forma de generar mejores sueldos es bajo una economía en pleno empleo. Es en ese escenario cuando los sueldos reales suben, porque falta mano de obra, porque todos están ocupados, porque los trabajadores pueden “regodearse” y elegir entre varios posibles empleadores y exigir sus condiciones. Tal como ocurrió hace más de quince años en Chile, en que había letreros de “vacantes” en todas las faenas de la construcción y en que el boom del cobre se llevaba a todos los trabajadores al norte.
Nunca se pierde la esperanza de que mejore el nivel de la discusión política, que el análisis se haga sin pretender que la población no entiende nada de nada. Lo cierto es que para mejorar los sueldos mínimos debe moverse la economía, se debe generar riqueza. Se debe avanzar y generar los incentivos suficientes que permitan salir del barro en el que la economía sigue pegada.

Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo