Participación y legitimidad

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En el plebiscito del año pasado votaron 290.966 personas en la región de Coquimbo, para un padrón de 606.408, es decir el 48% del universo de personas que podría haber participado. De ese total hubo 244.811 que votaron por el apruebo. Recordemos que el año 2017 votó el 46,2 en la región de Coquimbo. ¿Qué piensa la otra mitad de la población? ¿Habría modificado el resultado? Eso es algo que poco importa ya que las especulaciones no deciden el futuro del país. Es el voto efectivo el que lo hace.
Sin embargo es importante entender por qué razón más de la mitad de la población no ha participado. Es importante leer esa señal para poder atraer a los rezagados. Además es de esperar que la trascendencia, la importancia histórica del proceso que se inicia en Chile con la actual elección, motive a los incrédulos en el sistema.
El ambiente no puede ser más extraño, en contexto de pandemia, con una mega elección de dos días y con 42 candidatos constituyentes en papeletas gigantes y con una población que -a pesar de todos los esfuerzos desplegados- parece estar confundida ya que en general desconoce las opciones sobre las cuales puede elegir, los rostros no son familiares y el sistema de listas no resulta muy simple de explicar. A pesar de todos los contratiempos, debemos hacer el esfuerzo por participar y por motivar a otros a que participen, entre otras razones, para dar la mayor legitimidad posible al proceso.
Definitivamente entre los candidatos constituyentes hay de todo. Hay jóvenes, hay históricos de la política, hay académicos, especialistas, representantes de sensibilidades ambientales de luchas de género, científicos, pueblos originarios. En nuestra región, ese variopinto espectro asegura que más de alguno debería ser capaz de representar la sensibilidad de la población. Lo importante es que de alguna forma las personas logren informarse, asumiendo que finalmente su voto apoyará a los más votados de la lista respectiva.
Finalmente, es importante hacer el llamado para que esos 6 que salgan electos, sepan asumir con rectitud, coraje y respeto el rol que se les habrá delegado. No es una responsabilidad para improvisar, no es un rol para lucirse de manera egoísta, es una tarea para dialogar, para pensar en el bien común y en el Chile del futuro.
Como no hay vuelta atrás, hagamos un acto de fe y confiemos en que nuestro país será capaz de afrontar con madurez cívica el proceso que se inicia este fin de semana.

Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo