Los jóvenes excluídos y autoexcluídos

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Hace poco se presentó un dato preocupante, este año fueron más de 880 niños los que no pudieron entrar a un colegio, queriendo hacerlo y contando con el respaldo de sus familias en este proceso. Si se divide por las 346 comunas de Chile, claro , son solo dos alumnos por comuna, sin embargo este número resulta ser que no es el más preocupante.
El número de fondo es el que si debería llamarnos la atención. Se estima que un total de 50.529 niños se “desvincularon” del sistema educativo entre al año 2021 y el año 2022. Y también se estima que entre al año 2004 y 2021 el total de desertores del sistema alcanza los 227 mil niños y jóvenes. Y según las últimas cifras, tan solo en el año 2023 hubo 50.814 alumnos que desertaron del sistema, número que se incrementa de manera similar cada año. De ellos, hubo 33.296 que se inscribieron para rendir exámenes libres, pero 15% de ellos no se presentaron a exámenes y un 13% resultó reprobado. Es decir que sólo el 48,8% de esos 50.814 pudo seguir avanzando en educación. Con esos números la percepción cambia por completo, ya que se trata en muchos casos de niños y jóvenes que viven en entornos vulnerables en que sus padres nunca hicieron el esfuerzo por lograr matricula, que ya no reclaman contra el sistema o la falta de servicio del Estado. En muchos casos jóvenes que séptimo u octavo año básico que no lograron “dar el salto” para seguir en un liceo, escuela técnica o enseñanza media tradicional.
Entonces, sin pretender estigmatizar, observamos que siguiendo el panorama social actual y la cantidad de estímulos y antivalores a los que los jóvenes se encuentran expuestos, sabemos perfectamente que, a esa edad de adolescencia, hay miles de jóvenes que no necesariamente tienen un rumbo de servicio a la sociedad. Muy por el contrario, hoy el mensaje es la búsqueda del camino fácil, ensalzando los antivalores e incluso fomentando el delito de manera abierta y directa.
El asunto es que no se siente un real sentido de urgencia en esta materia. Se hacen esfuerzos inconmensurables para lograr dar respuesta a esas 880 familias que este año no tuvieron colegio, pero no se ve el mismo acento en recuperar y encauzar a miles de niños y jóvenes que hoy no están en el sistema. Esa es uan apuesta de futuro, es hipotecar a las próximas generaciones, es verdaderamente construir con visión de Estado al largo plazo y merece una respuesta pronto.

Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo