Gasps, la empresa recicladora de plásticos que promueve operativos de limpieza de playas

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La empresa es liderada por Romina Silva, quien ha investigado sobre este versátil material para elaborar productos con mallas que se utilizan en la industria del ostión y viñedos. “Queremos educar y que la gente aprenda sobre la economía circular. Es concientizar a no generar residuos, a utilizar todos los materiales”, dice.

Hace tres años, Romina Silva fundó Gasps, una startup que se especializa en transformar el plástico para producir medallas, posavasos, frisby, vasos, galvanos, productos para limpiar las tablas de surf, llaveros, portarretratos, jengas, incluso peines. La apuesta nació promoviendo operativos de limpieza en playas, pero hoy el insumo lo proveen no solo esas campañas ambientales, sino escuelas con educación deferencial, la Municipalidad de La Serena y otras instituciones.
El sello es, sin duda, el cuidado del medio ambiente, pero la revalorización del plástico ha logrado estrechar vínculos con emprendedoras locales y otros grupos focalizados. A ello, se suma la pasión por las olas, pues la empresa está ligada a la Escuela de Surf Evolutive, que -además de sus clientes- recibe a menores de programas del Instituto Nacional del Deporte (IND).

Producción
Precious Plastic, es una organización mundial que incentiva el nuevo uso de los plásticos que se desechan a la basura. Gasps es miembro de esta institución como reciclador y a través de ellos accedieron a las patentes de maquinarias para reutilizar este material de alta versatilidad. Así trabajan con Polietilenos de Alta Densidad (HDPE) de clasificación 2 y 5, provenientes, por ejemplo, de las tapas de bebidas o champús, respectivamente.
“Se trabaja también con bidones y envases. Todo este insumo pasa a una trituradora trifásica, donde trasladamos el plástico, desde el centro de acopio, y lo molemos. Tenemos un convenio con una empresa inmobiliaria para este proceso, lo que nos permite también utilizar los desechos que salen de la construcción”, sostiene Silva.
El taller de confección está en la calle Los Nísperos, casi en la intersección con la avenida del Mar. Luego, el plástico se clasifica por colores y se tritura. Ello para que los productos tengan un tono uniforme.
Luego, los pedacitos de plástico ingresan a una inyectadora, aparato que aplica calor para obtener una pasta que se adapta a moldes, dependiendo de los que se desee elaborar. La tarea es pieza a pieza, en un detallado proceso que permite conseguir los productos en intervalos de ocho minutos, en el mejor de los casos.
Navea trabaja con Alberto Caldera, un preparador físico y colaborador que recibe a personas y enseña la transformación del plástico. Mediante concursos, el taller se ha expandido a las necesidades de los pedidos, generalmente de empresas interesadas en promover la Economía Circular, y por el potencial del desecho, proveniente de otras industrias: “Se hizo una primera investigación y luego un prototipo, específicamente una medalla. Las mallas venían de cultivos de ostión y el lema fue una malla, una medalla. Y así salió. También reutilizamos las boyas y podemos trabajar con las redes que se usan en los campos agrícolas”, dice la joven emprendedora.
Precisa que el plástico se puede reutilizar entre cinco a seis veces, con una mínima pérdida en el brillo y el color del material.

Educación y oportunidades
Son varios contenedores lo que están correctamente distribuidos en Gasps. En el interior el taller, un punto de ventas con plástico reciclado, pero otros tienen distintos fines. Junto a la empresa está la escuela de surf Evolutive y una tienda con pymes de emprendedoras que también aplican el reaprovechamiento de prendas y los transforman en ropas, gorros, retratos, entre otras cosas.
“Queremos educar y que la gente aprenda sobre la economía circular. Es concientizar a no generar residuos, a utilizar todos los materiales de un producto”, culmina.