Ciegos y desorientados

0
98

No encontramos recorriendo un camino muy incierto, que duda cabe. El gusano de la duda nos corroe por dentro. No sabemos hacia donde vamos; vagamos desorientados en medio de un camino invadido por la incertidumbre que ignoramos hacia donde nos conducirá. Es repetir el mismo camino que recorrimos al elegir a los integrantes de la Convención Constitucional en que no sabíamos a ciencia que es lo que realmente representaban los postulantes.
En relación al resultado y hechos posteriores, muchos ya comienzan a preguntarse: ¿Era realmente necesario elegir a 155 personas para que redactaran una nueva Constitución con todo el gasto y la incertidumbre que ello significa?. ¿No habría sido más productivo elegir a determinadas personas representativas de todo el espectro social y político que contaran efectivamente con los conocimientos necesarios para asumir tan magna responsabilidad?.
Sobre todo al observar como se repiten a nivel convencional los mismos vicios y polarización que percibimos desde hace años en nuestro sistema parlamentario y que tanto daño han causado a nuestra vida social. Es como si nuestro sistema político hubiese regresado a “la era del hielo”, congelados y entrampados en un círculo vicioso del que han sido incapaces de salir. Aunque es necesario reconocer que ya algunos parlamentarios con más experiencia han comenzado a reconocer honestamente, aunque sea tímidamente, como tanteando el terreno, que se han quedado sin ideas para resolver los problemas del siglo XXI.
Todo ello en medio de una pandemia que nos obliga a no bajar la guardia, caminando a ciegas sin saber por donde nos puede atacar este nuevo virus que no da señales de irse en retirada. Pero lamentablemente no es el único virus que nos amenaza y nos tiene a su merced. Existe un sinnúmero de virus de otro tipo en medio de nosotros que nos amenazan a cada paso que damos, entre ellos los virus cibernéticos e ideológicos que circulan en completa libertad por internet a través de las redes sociales, que adquieren también nuevas formas de expresión que nos amenazan igual que las nuevas cepas del coronavirus.
A tal extremo que muchos recuerdan las tribulaciones de la que nos habla la Biblia en sus diferentes libros, a través de profecías o parábolas, debido a que nos encontramos constantemente en riesgo, consecuencia directa de los errores o inconsistencias en neutro decir y actuar, lo que ha dado pie para que algunos comiencen hablar que en la actualidad la humanidad no vive solamente una pandemia sino en un verdadero Pandemónium, que la R.A.E. define como la “capital imaginaria de un reino infernal”.
En otras palabras, piensan que la pandemia que vivimos nos ha puesta a las puertas de un infierno terrenal, dando lugar a un pandemonio que la R.A.E. define a su vez como un “lugar donde reina el ruido y la confusión”. ¿Alguien puede tener a estas alturas alguna duda en cuanto a la similitud con la realidad que vivimos?…¿No tendrán razón quienes sospecha que nos encontramos en realidad en la antesala de la “Gran Tribulación?”. Momento bíblico anunciado, en que el Mesías regresará a impartir justicia (“Yo llegaré pronto llevando la paga para dar a cada uno lo que merecen sus obras”, Apocalipsis 22,12), al constatar como hemos ido destruyendo progresivamente nuestro ambiente social y nuestro planeta, única casa-hogar para todos.
Hemos vivido recientemente un proceso eleccionario en que ha reinado justamente el ruido y la confusión. En que hemos votado prácticamente a ciegas, con nuestro espíritu invadido por el temor que genera la duda ante lo que verdaderamente representaban los candidatos, por lo que creo que la mayoría ha asistido a las urnas con desgano y con la adhesión menos sincera que se recuerde, con la esperanza de que sucederá lo mejor para el futuro de nuestro país.
Desde su propia perspectiva, cada cual tendrá que evaluar si quien y quienes resultaron elegidos cumplían o no sus expectativas. Si le dieron con el “palo al gato” o tendrán que adaptarse a una realidad que no esperaban, producto de la elección de resultados más inciertos de que las últimas generaciones tengan noticia, lo que ojalá nos motive a ser más reflexivos y a madurar como ciudadanos.
Aprender sobre todo a no dejarnos encantar y atrapar por cantos de sirena cuya melodía puede ser muy atractiva a nuestros oidos, pero muy amarga a la hora de descubrir y de vivir de acuerdo a lo que encierra la partitura. No todo lo que brilla es oro, las apariencias suelen engañar.

Dr. Gonzalo Petit
Médico