Testimonio inspirador

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Un nadador con un solo brazo , que apenas 10 meses después de haber sido amputado logra competir y convertirse en campeón mundial de natación paraolímpica. El ejemplo de Vicente Almonacid cala fuerte y profundo. Su capacidad de sobreponerse a las dificultades, su optimismo y perseverancia probablemente tiene pocos puntos de comparación entre jóvenes como él.

Pero ese esfuerzo de Vicente se da también porque hubo un entorno en el que se desarrolló. Tuvo la posibilidad de practicar deporte, de entrar permanentemente a una piscina y perseguir su sueño.

Entonces surge la pregunta de qué espacios damos a nuestros jóvenes para que puedan desarrollar sus talentos y enfrentar la vida a través del deporte.

En concreto, en lo práctico y tangible, vemos a decenas de deportistas entrenando en el Parque Pedro de Valdivia, un lugar que no cumple con los estándares mínimos y que pese a todo alberga a esforzados deportistas locales. Decenas de plazas públicas con canchas de cemento y pésimo mantenimiento para practicar basquetball. El antiguo estadio La Bombonera y poco menos de 8 canchas cumplen rechadas con lo que realmente se necesita. Prácticamente ninguna red de voleibol disponible en la playa. Tenis relegado a unos pocos clubes. Una sola piscina semiolímpica disponible para competiciones.

Las condiciones para practicar deporte no son las mejores. Definitivamente. Y es por esa misma razón que genera frustración que los recursos públicos no sean bien utilizados o que hayan autoridades que se del en lujo de tener una “sub-ejecución” presupuestaria.
Los ejemplos como los de Vicente Almonacid sirven para inspirar, pero también deben invitarnos a revisar que espacios reales damos a nuestros niños y jóvenes.

Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo