Sentido común y bien común

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A ratos las medidas restrictivas por la pandemia llegan a parecer absurdas. Para muy pocas personas debe resultar agradable que se restrinja la circulación habitual y para otros la tirria política hacia el gobierno de turno se convierte en un factor más de desacuerdo frente a cualquier nuevo instructivo o medida de control.
Pero también a veces pareciera que estamos en el patio de un colegio, con inspectores de correteando a los niños desordenados e imponiendo sanciones para los desobedientes. Algunos insisten en no entender la gravedad del escenario histórico mundial y se resisten con absurdas teorías de la conspiración.
Es cierto, todos estamos agotados, pero sabemos con absoluta certeza que la pandemia no ha terminado y que vamos con un par de meses de retraso respecto de lo que sucede en Europa y en el hemisferio norte. Es un hecho que tendremos una segunda ola, probablemente muy fuerte y acentuada por las mutaciones del virus.
Por otra parte, pareciera que las empresas, industrias, comercio, hoteles y restaurantes han entendido bastante bien el costo de la pandemia y en su mayoría han adoptado medidas drásticas, han puesto recursos y personal para mantener las medidas sin flaquear. Y aunque también hay un incentivo en evitar las multas impuestas por la autoridad sanitaria, pareciera que la mayoría cumple por convicción.
En ese contexto es que hoy la industria turística está pidiendo un permiso especial para poder funcionar con el astroturismo y aunque es totalmente entendible el argumento, bajo el mismo prisma, hay un sinnúmero de actividades que podrían solicitar excepciones. Se ve un tema difícil de conceder.
En estos días de fiesta debemos recordar que el principal foco de contagio no está en esos espacios públicos pagados, sino que son los espacios domésticos. Paradojalmente, es frente a nuestras propias familias que nos relajamos y dejamos de usar mascarillas, nos abrazamos, mantenemos contacto cercano y quedamos más vulnerables al virus.
En fin. Concluye un año diferente. Un año histórico, un año en que debemos revisar nuestras propias prioridades y trabajar con más ánimo que nunca en el bien común. Esperemos que también nuestro sentido común nos ayude a tomar buenas decisiones, a comprender el contexto y a cuidarnos mutuamente. Felicidades a todos en el nuevo año.

Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo