Mamalluca, en Vicuña, el más concurrido del país, ya adaptó las visitas para recibir hasta 150 personas por noche, un 25% de lo que captaban previo a la pandemia. Desde Cruz del Sur de Combarbalá, en tanto, el más grande de Sudamérica, dicen que la idea “no es que se llene de gente” y calculan hasta el tiempo que demora un visitante para no tener problemas en los controles.
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Fue un viernes 05 de febrero. El prístino cielo nocturno de la región de Coquimbo asomaba en varios puntos y por videoconferencia el Intendente de Coquimbo, Pablo Herman, notificaba a los empresarios, emprendedores y administradores de recintos turísticos, ligados a la observación del cosmos, que contarían con un permiso especial para operar, en toque de queda.
Es una iniciativa pionera e inédita en el país que ya miran –casi con telescopio– otras regiones, pero que era ansiada por quienes reciben en la zona a los “astroturistas”. Se estima que unos 100 emprendedores y empresas viven de esta actividad en la región.
Y la respuesta no tardó en llegar. Mario Montiel, director del Observatorio Mamalluca, el más visitado de Chile y alojado en la comuna de Vicuña, cuenta que la pandemia bajó el aforo en un 80% por turno en el recinto, “independiente del salvoconducto o no”.
Para graficarlo: Mamalluca tiene ocho turnos. Cuatro van directamente a la cúpula y otros cuatro se dispersan en lentes dispuestos para la astrofotografía. “En un día normal recibíamos entre 600 a 700 personas, desde las 9 de la noche hasta las 3 de la mañana, donde comienza el último turno. Las personas fácilmente podían retirarse a las 4 de la madrugada”, detalla.
En este momento, Mamalluca trabaja con 30 personas por tour y desde el lunes 08 de febrero fueron evolucionando, primero a dos turnos, luego sumaron otros dos más y el miércoles 10 ya tenían reservas para una quinta tanda. “Desde que se aprobó el salvoconducto, la gente responde automáticamente. No sé dónde se entera porque no alcanzamos ni a promocionarlo”, cuenta optimista.
Aun así mantienen un tour solar que echaron a andar desde el 27 de noviembre. Se trata de un atractivo que permite a las personas conocer las instalaciones y acceder a charlas de los monitores. Esa es una de las propuestas que también tuvo que implementar el observatorio Cruz del Sur de Combarbalá, el más grande de Sudamérica, y que con artefactos facilitados por instituciones científicas como el Ceaza y Sismología, apostaron para no bajar las cortinas.
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Yerko Gómez, administrador del observatorio Cruz del Sur, relata que si bien el tour “Hijos del Sol” se dedica a las observaciones solares, los áridos cerros y explicaciones con radares e instrumental conectada a plataforma de Observatorios “Chacana”. Ello principalmente para apreciar el Sol, manchas solares y llamaradas.
Sin embargo, desde el miércoles 10 de febrero también abrieron a público, en las noches, con un turno para diez personas que pueden acceder a las instalaciones del recinto, especialmente a su anfiteatro.
“Nosotros como observatorio damos los formularios, donde acreditamos que cada uno de los asistentes que vienen en un vehículo, se debe identificar a cada uno, la patente placa del automóvil, la reserva y un pago anticipado”, advierte.
Ello considerando los tiempos de desplazamiento, ya sea de visitantes que alojarán en Combarbalá, como aquellos que provienen de La Serena, Coquimbo, Ovalle, u otros lugares.
Además, por precaución, los encargados de Cruz del Sur cambian los oculares cada vez que las personas se acercan a los telescopios, para evitar contagios.
“Entregamos guantes para los pasamanos, mascarillas, y toma de temperatura respectiva. Nosotros teníamos dos tours de 20 personas, y hacíamos dos tours, pero tampoco queremos que esto se llene”, sostiene y concluye que el desafío ahora está en asegurar que los turistas concienticen la idea de cancelar anticipadamente los tickets y las reservas previas.