Necesidades de la familia cristiana

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Las necesidades de la familia cristiana, así como de todas las famlias en general, inmersas en un mundo secular en los tiempos que vivimos, son múltiples y variadas. Son necesidades que la familia ha tenido siempre en realidad, pero la diferencia es que hoy le resulta mucho más difícil de satisfacer en un mundo polifacético en que se le abren un sinnúmero de posibilidades que la desconciertan y desorientan.
Antes todo era más tranquilo, se vivía a menor velocidad. Ahora no queda mucho tiempo para pensar y las ideas y las cosas cambian a tal celeridad que cuando la familia está intentando adaptarse a lo nuevo aparecen otras eventualidades que la desequilibran nuevamente. La familia de hoy vive en una constante lucha por adaptarse a un ambiente en el que nada es definitivo y todo se transforma rápidamente en transitorio.
Nada tiene de extraño entonces que los principios y valores en que se fundamenta la vida familiar se han ido debilitando y deterioran progresivamente con el tiempo hasta niveles altamente peligrosos para su propia subsistencia. Valores y principios que antes eran aceptados y asumidos universalmente son puestos cada día en tela de juicio como producto del ambiente secular cada vez más pronunciado en que se vive.
Si todo cambia, ¿por qué entonces no pueden cambiar los valores?..¿Por qué todo tiene que ser siempre igual?..¿Quien ha dispuesto que sea así?… Son preguntas que vemos implícitas en argumentos que nos invitan a cambiarlo todo, incluso en el ámbito de los valores.
¿Pero qué significa en el fondo todo esto?…Simplemente que a la familia le han cambiado el mapa; en otras palabras que le han alterado los límites. Es por eso que a la familia le cuesta cada día más encontrarse a sí misma. Toda institución y toda relación requiere imperiosamente tener límites definidos para no perder su estructura y poder así cumplir su misión en forma coherente. Si le borramos los límites, o los cambiamos de lugar, esta institución así como sus relaciones y sus vinculos dejarán inevitablemente de ser lo que son, se trastocará su sentido y se transformará en cualquier cosa, tal como estamos observando en nuestra sociedad.
Esto es en el fondo lo que sucede con la familia de hoy y es por eso que las relaciones familiares aparecen tan distorsionadas. Porque no están claros los límites que definen su estructura y la relación entre sus integrantes, en especial en lo que se refiere a la institución del matrimonio, tronco fundamental en el que sustenta cada familia. Tampoco están claros los límites entre padres e hijos, incluso entre hermanos y otros familiares.
Esta profunda alteración de los límites es sin duda el problema más grave que afecta a la familia de hoy debido a su tremendo efecto corrosivo y desintegrador. Por lo tanto, no cabe duda que una de las grandes necesidades que tiene la familia de hoy y del presente siglo es la de ser orientada adecuadamente en sus límites. La familia necesita no sólo reconstruirlos sino también aprender acerca de lo importante que es defenderlos y mantenerlos intactos. De ello depende en el fondo tanto su supervivencia como la felicidad y el buen futuro de sus integrantes.
La familia de hoy necesita ser orientada no en el plano de las ideas ni del discurso, sino en el terreno de lo vivencial y testimonial. Es la vida misma la que ha sido trastornada desde sus raíces mas profundas, por lo que es desde allí que debe partir el cambio y la reconquista. Dado que si observamos bien nos daremos cuenta que uno de los más grandes problemas de la familia de hoy es que sus integrantes no saben muchas veces lo que significa aquello que están viviendo.
Orientar en forma adecuada a las familias es sin duda nuestro más grande desafío social no solamente para las instituciones religiosas sino un deber del Estado. Constituye la mayor y más fecunda inversión social que pudiera emprender en el largo plazo, que podría a no dudarlo neutralizar muchos de los mayores males que nos aquejan como sociedad. A primera vista parece un imposible pero la verdad es que no lo es. Para comenzar hay que reconocer que no es resorte sólo de especialistas sino sobre todo de la voluntad de sacar adelante políticas públicas adecuadas que incentiven el rescate de los límites que permitan a la familia re-encontrarse a sí misma. Para ello es fundamental re-valorizar la institución del matrimonio y no olvidar que todo lo bueno y lo malo que se vive en la familia se reflejará inevitablemente en nuestra sociedad. La familia constituye el más fiel espejo que nos define no sólo como sociedad sino como país.

Dr. Gonzalo Petit
Médico