Diaguitas, un valor aun no rescatado

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Seamos sinceros. Hasta hace un par de años los diaguitas no formaban parte de nuestro análisis cotidiano. Chile y particularmente nuestra región no había reconocido el valor que hay detrás de esta cultura prehispánica. Salvo algunos cacharros en la Recova para los turistas y lo que encontrábamos en un alicaído Museo. En este sentido, el fortuito hallazgo del sitio arqueológico El Olivar, nos hizo detenernos para admirar lo que esa cultura quiso decirnos, lo que quiso perpetuar a través de sus ritos, simbologías y delicada artesanía.
Sin embargo, en el agitado ambiente político generado desde octubre de 2019, también hay quienes han querido forzar la pertenencia de esa (nuestra historia prehispánica local) a una de-terminada visión ideológica actual, apropiándose de símbolos y supuestas batallas descontextualizadas, con discusiones históricas que sólo buscaban ganar adhesión en el medio de la efervescencia del minuto.
Lo cierto es que nuestra historia prehispánica nos pertenece a todos. Y comenzando por las autoridades regionales y locales debemos ser capaces de reconocer y valorar sus rasgos que nos otorgan identidad, sin sesgos ideológicos ni contaminada por la política contingente.
Más allá de la furibunda destrucción de las estatuas, debemos saber rescatar y reconocer todo aquello que la cultura prehispánica e hispánica pueda significar para nuestro desarrollo actual.
En este sentido, tan solo como un ejemplo, nuestra región debería ser capaz de recoger y potenciar la tradición alfarera de los diaguitas, estudiarla, replicarla, y transformarla quizás en un gran símbolo para el desarrollo de carreras de diseño, diseño industrial, y un sello alfarero que debería guiarnos para transformarnos desde esa base, en referentes mundiales del diseño y la alfarería.
“La tradición no es la admiración de las cenizas, sino la preservación del fuego”, dijo alguna vez el músico Gustav Mahler. Quizás allá en los recientes hallazgos el fuego suficiente para generar más identidad. Para crecer sabiendo cuáles son nuestras verdaderas raíces.

Victor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo