Crisis de natalidad y vejez en Chile

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El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reveló que durante el primer trimestre se registraron 36.984 nacimientos, lo que significa una baja de 10% en comparación con el mismo periodo del año anterior. La cifra es elocuente su pensamos que el año 2022 teníamos, en el primer trimestre, 46 mil partos.
Si bien ocurre lo mismo en varios países, esta cifra genera preocupación, ya que consolida y vuelve a evidenciar la crisis de natalidad por atraviesa el país. Y las razones no están del todo claras, siendo aparentemente un fenómeno multifactorial.
Si vemos la evolución demográfica del país podremos observar que en 2021, había 3,5 millones de adultos mayores en Chile, lo que representaba un 18% de la población, y se proyecta que para el año 2050 uno de cada tres chilenos pertenecerá a este grupo (30%), según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
De hecho según el mismo instituto, la región de Coquimbo es la que posee mayor índice de envejecimiento en el norte del país, con un 77,6. Este indicador expresa el porcentaje de personas mayores de 64 años en relación con la población menor de 16 años. A lo anterior, le siguen Atacama (63,7); Arica y Parinacota (63); Antofagasta (49,3) y Tarapacá (43).
En este contexto resulta primordial que en las políticas públicas se siga priorizando las medidas para proteger la salud y calidad de vida de los adultos mayores. No podemos seguir ignorando la necesidad urgente de crear espacios adecuados y programas que fomenten el envejecimiento saludable.
Se requiere una intervención que contemple el bienestar social, psicológico y emocional, además del físico. Necesitamos promover la inclusión social de las personas mayores, creando entornos accesibles, inclusivos y participativos. También es imprescindible diseñar políticas públicas que garanticen un envejecimiento activo, saludable y digno, desde la prevención hasta la atención a largo plazo.
En la misma línea debemos avanzar en la capacitación y acompañamiento de cuidadores y cuidadoras, contribuyendo al envejecimiento digno, promover la preservación de la funcionalidad y reducir los niveles de dependencia y deterioro cognitivo y físico de las personas mayores.

Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo