Capacidad de asombro

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Lo que ha sucedido esta semana con el abogado Luis Hermosilla es sin duda uno de los hechos noticiosos más importantes del año, que desvía la mirada de todo lo que se había estado discutiendo en la agenda pública previamente y cuyos ribetes probablemente ni siquiera imaginamos hasta donde pueden llegar o qué efectos sociales y políticos pueden tener.
En el ambiente jurídico es el tema del día, de la semana, una trama compleja y también llena de análisis legales en cuanto a los delitos y derechos vulnerados.
Pero lo cierto es que como sociedad debemos mantener un cierto pudor colectivo y no normalizar actos de corrupción o delitos de la envergadura que se describen si es que llegaran a ser ciertos y corroborados por la justicia.
Justamente llama la atención como algunos connotados señalan que estas prácticas eran normales hace tiempo atrás.
En general, hay muchas prácticas cotidianas que no podemos aceptar, contra las cuales debemos luchar si aspiramos a una sociedad más justa y sana. Porque gran parte de los dolores sociales provienen de esos hechos, privilegios, beneficios, caminos más cortos para algunos que “pueden”.
En todo ámbito, a todo nivel, debemos esforzarnos por mejorar, no solo individual sino que socialmente. Ese debe ser el verdadero cambio en la constitución social y cultural de Chile. Probablemente si eso sucediera en la práctica no sería necesario siquiera reformar la constitución.
La lógica de una sociedad transparente está instalada. Hoy se supone que es mucho más difícil esconder, reservar, evadir, porque tenemos más herramientas legales y menos discrecionalidad. Sin embargo no todo se arregla con más leyes y sanciones. Gran parte de los cambios pasa por líderes que logren entender y asumir conductas valorables y que valga la pena replicar. Nos referimos a cambios culturales de fondo que incluyen mantener una permanente capacidad de asombro ante hechos de esta envergadura.

Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo