Agenda pública

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Esta última se hizo muy evidente la estrategia comunicacional del gobierno en nuestra región. Bien. Fueron varios los ministros y subsecretarios que se desplegaron en todo el país y particularmente en nuestra zona. A nivel comunicacional es simple leer el muy complejo momento político a raíz del caso Monsalve, el cual obligó a sacar todas las cartas posibles para que la opinión pública local fuese bien influida por los avances de gobierno.
Pero más allá de ese cálculo, lo cierto es que lo ministros y subsecretarios vinieron a mostrar avances significativos en obras vitales para la región como el hospital de La Serena, la implementación de buses eléctricos, la nueva planta desaladora, entre otros.
Llama la atención, eso sí, que hayan pasado “tan desapercibidos” ciertos detalles no menores. Por ejemplo, en el caso del Hospital de La Serena, tanto las autoridades locales como los encargados de faenas, señalaron que una obra de esta envergadura traerá ciertas “externalidades” pero que había que trabajar con la comunidad porque existía un bien mayor… El hospital.
Pero parece que en este punto se equivocan, puesto que, hasta ahora, ese tránsito constante de camiones por barrios tradicionalmente muy tranquilos, con calles angostas, con permanente circulación de niños, no puede estar soportando el nivel de impacto que implica el paso constante de camiones de hasta 50 toneladas por el frente de sus casas. Eso no cuadra, por muy “bien mayor” que traten de ofrecer. En ese punto hay un tremendo error, que evidentemente no ha sido trabajado de una manera adecuada.
Del mismo modo, en el caso de la planta desaladora, llama la atención que finalmente se trate 100% el mismo proyecto que presentó originalmente la empresa Aguas del Valle y que incluso la unidad de concesiones haya comprado los estudios ya presentados antes por la empresa. En el fondo hasta ahora se lee como un traje a la medida de la empresa sanitaria, que aparentemente nunca tuvo la convicción absoluta de asumir el proyecto por si misma. Y eso puede que esté muy bien en función de la eficiencia y rapidez necesaria para este proyecto, pero de la misma forma llama poderosamente la atención de que no se hable de los montos involucrados en estas transacciones. Y es que finalmente en esos puntos donde se originan después los problemas. La experiencia así lo indica. Por lo cual es mejor avanzar con la transparencia mínima indispensable, considerando los volúmenes de gasto con dineros públicos que está en juego.
Finalmente, el proyecto de buses eléctricos. Entusiasma tan solo la idea de mejorar el estándar de servicio. Pero nuevamente van quedando ciertos cabos sueltos. En este caso, saber cómo el sistema va a engarzar con los actuales microbuses y taxis colectivos. De que manera esta medida específica es coherente con una planificación mayor. Eso no está quedando totalmente claro.
Quizá en los tres casos sólo se necesita un poco más de información y eso es lo que seguiremos buscando en las próximas semanas.

Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo