¿Quién podría afirmar con certeza que no ha vivido tiempos buenos y tiempos malos? Habría que buscarlo con una lupa e incluso costaría creerle. Es que la rueda de la fortuna gira sin parar y no perdona a nadie, arrastrándonos en un girar implacable que nunca se detiene. No depende de nuestra voluntad al igual que todos los fenómenos atmosféricos que nos azotan periódicamente y que sólo podemos sobrellevar de la mejor manera posible.
Nunca sabemos si el tiempo en devenir será favorable o desfavorable para nuestras expectativas, aunque siempre esperamos y confiamos en que sea lo más cercano posible a lo que esperamos, teniendo siempre presente que de regla debemos permanecer atentos ante lo que podría ocurrir. Es bueno entonces contar con un resguardo, con una especie de plan alternativo, un colchoncito no solamente económico sino también en lo anímico y en lo emocional. En otras palabras, estar preparados para lo inesperado.
Es evidente en todo caso que no siempre es posible. En especial en lo que se refiere al aspecto económico y en estos tiempos de incertidumbres de todo tipo, una especie de abanico que tenemos ante nuestros ojos y que nos dificulta visualizar un futuro que no nos atrevemos a calificar como estimulante, más bien como nebuloso e impredecible. En consecuencia…¿tiempos buenos o tiempos malos?…Sólo Dios lo sabe.
Lo más llamativo en todo caso es que nos ocurre lo mismo que con la felicidad: nos damos cuenta que hemos sido felices a través de nuestros recuerdos y justamente en especial cuando enfrentamos situaciones que no nos agradan y nos crean confusiones, desequilibrando nuestro presupuesto o nuestra vida emocional. Es el momento en que atinamos a valorar aquello que vivimos y lo atesoramos en un lugar de privilegio en nuestro interior.
Es algo que no nos sucede solamente en lo personal sino también en lo comunitario y lo social. Nos ha ocurrido con los famosos 30 años tan vilipendiados por algunos que los calificaban cómo años de abusos e injusticia apabullando con su decir y propaganda a quienes fueron sus gestores políticos fundamentales que permanecieron en silencio durante tanto tiempo permitiendo que sus acusadores ganaran terreno y se apoderaran de puestos claves en el gobierno.
Hoy están recién recuperando poco a poco el habla demostrando que fueron claves para un bienestar social que no fue adecuadamente valorado en su momento justamente debido a que se dedicaron de lleno a gobernar de la mejor manera posible sin vanagloriarse de sus logros ni promocionarse como mesías, como lo hicieron y lo continúan haciendo con sorprendente desparpajo quienes los han sucedido.,
Recién ahora, después de tanto tiempo se han atrevido a levantar la voz e incluso a colaborar con quienes hoy nos gobiernan demostrándoles que las cosas no son tan fáciles y que es necesario mantener y someterse a determinadas reglas en beneficio de nuestro devenir democrático. Que considerarse moralmente superiores constituye un craso error incentivado por la arrogancia y la soberbia, sobre todo cuando se tiene tejado de vidrio y su desempeño no ha tenido nada de airoso. Que un borrón y cuenta nueva nos conducirá inevitablemente al desorden y al desastre. Que no se gobierna solamente a través de frases rimbombantes, que es necesario tener cualidades que no se adquieren de la noche a la mañana y que es necesario contar con una hoja de ruta definida que cuente con el respaldo de la mayoría de los ciudadanos.
Hoy añoramos lo que vivimos durante esos 30 años de progreso y beneficios para la mayoría de la población de nuestro país, evocando aquel conocido refrán que afirma que “todo tiempo pasado fue mejor”. Lo que no siempre constituye una verdad, sobre todo cuando venimos saliendo de tiempos de mejor no recordar, como sucede con aquellos años que precedieron al pronunciamiento militar y con todo aquello que sucedió en los años posteriores.
Pero como de sueños y recuerdos no se vive, necesitamos imperiosamente levantar nuestra mirada y hacia lo alto dispuestos a trabajar sin descanso para construir un camino de paz, armonía y progreso social. Ojalá con mayor ímpetu y decisión para obtener mejores resultados incluso que durante esos 30 años que añoramos. Sabemos que no volverán, que el tiempo no se detiene y continuará siempre hacia adelante, regalándonos la oportunidad de ser cada día mejores personas que han aprendido a gozar y valorar los buenos tiempos y enfrentar también los malos.
Por Dr. GONZALO PETIT / Médico