Bien. Muy bien. Primero, que los alcaldes de La Serena y Coquimbo busquen instancias para actuar coordinados. Sin duda eso suma mucho. Más aun cuando la conurbación con más de 500 mil habitantes ya recibió la denominación de zona metropolitana, cuya unión material es evidente hace muchos años pero que se había mantenido distante en la forma de crecer, coordinar, avanzar, durante demasiado tiempo. Simplemente extendiendo la rivalidad del fútbol a las políticas públicas.
Y también es muy bueno que en esta oportunidad se hayan unido para soñar en conjunto con un posible tren de pasajeros entre La Serena y Coquimbo. De hecho no es un gran invento puesto que ese tren existió durante muchos años en la primera mitad del siglo pasado. Era efectivo, cómodo, elegante y unía el corazón de ambas ciudades hace ya casi 100 años. Por lo tanto, en estricto rigor, se trata de “reflotar” el tren urbano de pasajeros.
Sin embargo, esta medida, al igual que aquella del tranvía que da vueltas hace tanto tiempo, son proyectos de largo plazo. Hermosos, pero que no ofrecen una solución para el caos evidente al que hemos llegado desde hacer más de 10 años en la conexión vial entre ambas ciudades.
Por ello resulta sensato también que los alcaldes impulsen iniciativas concretas, sueños concretos, como podría ser una política pública contundente para instaurar el uso intensivo de la bicicleta en la ciudad. De hecho las actuales ciclovías están subutilizadas y todavía no existe el hábito consolidado de usarlas en la vida cotidiana. Entre otras razones por la falta de espacios de estacionamiento, terminales e incluso la existencia de bicicletas de renta pública tal como sucede en las comunas de Providencia y Las Condes en la región Metropolitana.
En ciudades con una gran población de estudiantes universitarios, no se explica muy bien por qué razón no se usa más la bicicleta. ¿Se podrá acaso trabajar una estrategia con las casas de estudios superiores para promover su uso? En ciudades europeas más frías y complejas, las bicicletas se usan día y noche, porque se trabajó en una política pública consistente.
Vivan los sueños, los de largo plazo y los de corto plazo. Los que necesitan miles de millones y los que necesitan solo un poco de gestión.
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo