En Monte Patria, los pequeños agricultores aseguran que los proto-colos para frenar la mosca de la fruta se han vuelto una trampa administrativa. Sin cámaras de frío ni centros de acopio, acusan que la temporada está en riesgo y piden que las decisiones se tomen desde el territorio.
Por Joaquín López Barraza
En Monte Patria, las naranjas y los tomates comienzan a echarse a perder antes de llegar a su destino. Lo que para el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) es una medida sanitaria para contener la mosca de la fruta, para los pequeños productores del Valle del Palqui se ha convertido en una trampa burocrática que amenaza su sustento.
“Nosotros no estamos en contra del control, al contrario: queremos que se erradique la plaga. Pero el trámite nos está matando la temporada”, advierte Fidel Salinas, presidente del Sindicato de Pequeños Agricultores del Valle del Palqui, agrupación que reúne a hortaliceros y productores de uva y cítricos de la zona.
Salinas cuenta que los nuevos protocolos del SAG han cambiado por completo la rutina de los productores locales. Ahora, cada agricultor debe inscribirse en el servicio, reunir documentos, acreditar el origen de sus frutas y hortalizas y esperar la autorización para poder sacar-las de la comuna. En el papel, explica, son medidas necesarias para controlar la mosca de la fruta; en la práctica, se han convertido en un obstáculo que cuesta dinero y tiempo.
“Hay que salir con factura, con guía, con papeles. Si algo falta, hay que esperar, y mientras tanto la fruta se pudre. Los pequeños no tenemos cámaras de frío ni centros de acopio, entonces perdemos to-do”, relata.
Según el dirigente, unas 200 familias viven directamente de esta ac-tividad en Monte Patria, y los retrasos ya se sienten con fuerza en el sector Río Rapel, donde algunos agricultores “han tenido que botar cítricos, enterrar naranjas o incluso cortar árboles”.
Salinas aclara que los agricultores no se oponen a las medidas del SAG, pero piden que se adapten a su realidad. “El control de la plaga lo apoyamos, porque hay que proteger la producción, pero el trámite nos está matando la temporada. Mientras se tramita el permiso, el tomate se madura, la haba se ablanda, la papa brota. Todo eso se pierde”, afirmó.
Los agricultores piden respuestas y medidas urgentes
Salinas cuenta que los dirigentes del Valle del Palqui se han reunido en las últimas semanas con el gobernador regional, el delegado presidencial y el Ministerio de Agricultura, pero que las soluciones aún no llegan. “Pedimos un plan de acción de emergencia para estos tres meses que vienen, porque si no se reacciona, el calor y las plagas van a acabar con lo poco que queda. Necesitamos recursos directos y apoyo técnico real”, sostiene.
El dirigente plantea que la situación está marcando una brecha cada vez más profunda entre los grandes exportadores y los pequeños productores.
“La solución está en el territorio”
Para el dirigente, la salida no pasa por eliminar los controles, sino por descentralizar las decisiones y dotar de herramientas a las regiones. “El procedimiento justo y realista para el sector es trabajar en sintonía con las organizaciones, no desde una oficina. Si no hay re-cursos, ningún plan sirve”, advierte.
Salinas propone que se cree un fondo rotatorio de emergencia regional que permita responder rápido ante contingencias productivas. “La región debería tener recursos propios para actuar cuando hay una crisis, sin esperar que todo se decida en Santiago. Así se puede reaccionar antes de que la fruta se pierda”, concluye.
El SAG defiende la estrategia
El director regional del SAG, Jorge Fernández, explica que la prioridad es impedir que la plaga se propague y que las medidas responden a ese objetivo. “Todo productor en zona reglamentada debe estar ins-crito, firmar un protocolo y someter su fruta a revisiones. En algunos casos, la autorización se evalúa a nivel central debido a las nuevas capturas detectadas en distintas regiones. Es un análisis más exhaus-tivo para evitar la dispersión”, señala.
Fernández agrega que el servicio ha flexibilizado los procedimientos para facilitar la salida de la fruta, mediante un “enfoque de sistemas” que permite la liberación del producto sin someterlo a tratamientos cuarentenarios como el bromuro de metilo o el frío prolongado, que pueden afectar su calidad. “En casos menos complejos, la región también autoriza la salida directamente, siempre que se cumplan to-dos los requisitos”, precisó.