Esta semana lamentamos la muerte de cinco turistas en Torres del Paine. Las coincidencias y circunstancias confabularon para que un repentino cambio meteorológico produjera la muerte por congelamiento de los cinco turistas, una pareja mexicana, dos alemanes y una británica.
Hoy el análisis gira en torno a las medidas adoptadas, la presencia de guardaparques y evidentemente las medidas de prevención están en tela de juicio.
En La Serena también hubo un lamentable fallecimiento de un joven turista argentino. En días de pleno sol, en que el mar tienta para una zambullida, lamentamos que no hubiese un salvavidas cerca y no se pudiera actuar con la suficiente diligencia para salvar su vida.
Y otras veces hemos tenido fallecimientos en la alta cordillera, accidentes en motocicletas o en acciones arriesgadas en excursiones mal programadas.
En fin. Chile se jacta de ser considerados uno de los destinos predilectos en el mundo para el desarrollo del turismo aventura, pero esto sin duda trae consigo la obligación de contar con protocolos claros, sólidos, que permitan dar seguridad y garantías a los turistas.
La pregunta inmediata es qué hace la región de Coquimbo para cuidar a sus turistas. ¿Hacemos algo? ¿Somo capaces de prevenir de manera constante y metódica cada año, para orientar a los turistas en sus excursiones y también para enfrentar fenómenos de la naturaleza o desastres naturales de los que siempre nos acompañan?
¿De quién es la pelota? ¿Quién debería liderar estas acciones?. Lo cierto es que se pueden tomar medidas que impliquen millones de dólares en recursos públicos, pero también se puede comenzar con simples campañas comunicacionales en aeropuertos y pasos fronterizos o contar con un porcentaje aunque sea mínimo de salvadidas en tiempo de primavera, cuando no solo turistas sino que también estudiantes, egresados y universitarios comienzan a aventurarse en el mar…
Víctor H. Villagrán
Editor Semanario Tiempo





