A menudo tenemos la oportunidad de leer en la prensa sesudos análisis relacionados con la contingencia política elaborados por académicos de alto vuelo que justamente por ello utilizan un lenguaje inalcanzable para los mortales comunes y corrientes, supongo que en busca de demostrar su amplia sapiencia que más bien confunden que orientarnos al respecto.
Gracias a Dios que hace unos días se me brindó la oportunidad de acceder a un texto de un columnista de un diario de circulación nacional que despertó mi curiosidad, quien afirmaba enfáticamente que “TODO CARISMA ES POPULISTA” con lo que me dejó marcando ocupado, pero que al reflexionar al respecto llegué a la conclusión que en el fondo no está tan equivocado.
Más aún cuando nos recuerda que el carisma es un concepto que fue definido por Max Weber, sociólogo y economista alemán (1864-1920) con las siguientes palabras: “El carisma es una cierta cualidad de una personalidad individual en virtud de la cual se le distingue de los hombres comunes y se le trata como si estuviera dotado de poderes o cualidades sobrenaturales, sobrehumanos o al menos específicamente excepcionales. Estos como tales no son accesibles para la persona común, pero se consideran de origen divino o ejemplares, y sobre la base de ellos, el individuo en cuestión es tratado como un líder”.
¡EUREKA!..¡.He aquí la explicación de un sinnúmero de fenómenos políticos de los que hemos sido testigos a lo largo de la historia de la humanidad hasta nuestros días!.. Es como si se hubiera abierto una ventana ante nuestros ojos e iluminara tantas facetas de la existencia humana tanto en nuestro país como en otros lares, en donde ocurren cosas y decisiones a las que a la distancia no les encontramos una explicación razonable y por tanto ajena a todo sentido común.
A mayor abundamiento, el columnista no se queda sólo con esta tan precisa definición y agrega “el carisma no consiste solamente en la simple suma de los atributos positivos de un candidato sino un don de simpatía que irradia una fascinación misteriosa por lo escurridizo e incomprensible ”. En otras palabras, se trata nada más y nada menos que una edición mejorada y actualizada del cuento de “El flautista de Hamelin”, que esta vez no se roba niños sino arrasa con todas las instituciones democráticas como has sucedido en tantos y países y está a punto también de suceder en la que se supone como la democracia más poderosa del mundo actual.
Por otro lado, quienes han reflexionado en profundidad desde diferentes ámbitos en relación al carisma en la política contingente, nos recuerdan que constituye un componente de irracionalidad en la toma de decisiones que es muy poderoso, dado que consiste en una suerte de enamoramiento del electorado por el candidato con características de una insensatez provisoria. En otras palabras, quienes votan por ellos no suelen estar conscientes de los atributos que suponen extraordinarios en la persona que escogen para liderarlos.
Sobre todo que sabemos que la mayoría de los votantes no se deciden en base a un programa a realizar que resume la racionalidad y la institucionalidad de la propuesta, sino por lo atractivo que les resulta un determinado candidato en base a su eventual empatía con el electorado, en especial si coincide con sus ideas y principios.
En todo caso el carisma no lo es todo y en ningún caso excluye el talento. Priman también otros importantes factores en especial aquellos relacionados con el sentido común, aunque lamentablemente se repite a menudo que es el menos común de los sentidos. Existen también políticos brillantes y poco carismáticos, aunque no faltan tampoco aquellos que poseen ambas características, portadores de un talento que fascina y se manifiesta adecuadamente.
La estricta verdad es que no es fácil en la práctica desplazar a un líder carismático en especial cuando un partido político se aferra a él como un náufrago a un madero como su tabla de salvación. Gran tarea hemos tenido a finales del presente año para elegir a nuestras nuevas autoridades políticas que dirigirán nuestros destinos durante los próximos cuatro años.
Ojalà hayamos elegido bien. A candidatos que demuestren no solamente un carisma atractivo sino además un talento en sano equilibrio con el sentido común. Capaces de construir puentes que les permitan un caminar en forma coordinada y eficaz no solamente entre ellos sino con una mayoría ciudadana que respalde y comprenda a cabalidad sus decisiones en relación a todo aquello que sea necesario modificar en beneficio de todos los estamentos de nuestro país.





